LEALTAD
“La lealtad es una decisión, una resolución del alma”
Pascal Mercier
El regreso al ser esencial tiene como uno de sus principios básicos la lealtad. En la fidelidad y el respeto profundo reside la inmensidad de algo tan preciado como el poder sentir siempre el respaldo sin condiciones, la convicción y seguridad de que, juntos, el camino por recorrer será acompañado por los vientos de la compañía cercana y certera, en el rotundo empeño por la conquista de lo breve y eterno.
Es fácil coincidir en la sonrisa cuando el corazón nos dicta sentimientos auténticos de comunión con el otro por que la llama del despertar se mantiene en la alquimia de una mirada o en el vuelo en sintonía o, tal vez, en el silencio insuperable que se desprende de un gesto que no requiere explicación. La lealtad lleva implícito el permiso porque las distancias se diluyen y se traza sin prisa el derrotero del retorno a la devoción y los sueños.
Lo ajeno es custodiado con tal reverencia y consideración que ni la costumbre ni la inercia permiten asomar el más mínimo riesgo de una traición. Se llega a interiorizar de tal forma lo sagrado en el otro, que simplemente ya se intuye el círculo infranqueable que jamás será vulnerado. No hay lugar a resistencias porque en el abrigo mutuo está el afianzamiento que salvaguarda la integridad de lo que ha sido labrado con esmero e impecable cuidado.
La lealtad deshace cualquier intento de división o discordia porque cada paso dado se fortalece en la voluntad inquebrantable, reflejo de quienes respiran al unísono, manteniendo el aliento para darle fuerza y tenacidad a propósitos sinceros, repletos de desprendimiento y abnegación. La selección meticulosa de lo mejor que hay en nosotros es la garantía de que todo ha de fluir y de que asistimos a la agonía de la mezquindad y la disputa por el ego.
La ventana hacia lo inagotable se abre cuando la confianza desplaza al temor y ello es producto de navegar con quien nos protege y se reconoce solidario en el afán de llegar al destino elegido. Así se voltea la página de las heridas y se conecta con la calma que habita en la caricia y el consuelo. Las promesas quedan inscritas con sello de compromiso y reconocimiento. Las ilusiones se tejen porque la urdimbre entrecruza los hilos de la honestidad y la transparencia. Las memorias y las ambiciones, como repertorio de los anhelos, se reúnen en el milagro de la balanza justa para que el paisaje dibujado no sea otra cosa que la emergencia del alma.
Que un corazón sereno sea la consecuencia de nuestra lealtad imperturbable…
Alejandro Posada Beuth