“Creer posible algo es hacerlo cierto” Christian Friedrich Habbel

 El saboteo por algunas profecías auto cumplidas bloquea con frecuencia muchas de nuestras aspiraciones. Por ello resulta fundamental darle paso al mundo de las posibilidades que se conecta con toda esa creatividad en potencia que ni siquiera se registra en lo que consideramos viable.

Cuando al realizar pequeñas cosas pasamos a lo simple.  O cuando trabajamos arduamente y sin excusas o nos disponemos a intentar algo, aún a sabiendas de que podemos encontrar obstáculos. O cuando el sacrificio eleva nuestras vibraciones y nos hace comprender que rendirse no es una opción y que a cambio ofrecemos perseverancia, tenacidad y determinación. O, también, cuando miramos con la lupa del optimismo la tarea por emprender con el reto de vencer, es entonces cuando descubrimos que todo es posible si nuestros sistemas de creencias son modificados. Así facilitamos simplemente que todo fluya y se cristalice.

Si el egoísmo es desplazado por la entrega generosa, si dejamos de aplazar lo que es jerárquicamente importante, si en lugar de resignarnos y claudicar afrontamos con decisión lo que se resiste y nos alineamos en el sentido del desarrollo del verdadero ser, o si evitamos las distracciones para no perder el verdadero enfoque en nuestras expectativas, o si liberamos pensamientos limitantes preconcebidos para encontrar nuevas verdades y hacer visibles nuestros sueños conservando las correctas perspectivas, vamos también a desafiar todo lo que parece imposible para incluirlo luego en el inventario de los logros que constatan la presencia de esa fuerza interior que siempre sabe que se puede.

Las conversaciones profundas, los nuevos vínculos, las acciones diferentes y el ocuparnos de lo esencial, hacen que vuelvan a ser posibles también las caricias, la gratitud, la inspiración, la aceptación y la confianza. Hacen que de nuevo seamos testigos de la presencia del Ser Superior en nosotros cuando el gozo nos invade y nos disponemos a comenzar una y otra vez hasta que cada paso sea valorado en su real magnitud y podamos volver a conmovernos, tanto con una sonrisa como con una lágrima. O tanto con una herida como con una reconciliación. Y, tal vez, tanto con una despedida como con el reencuentro desde corazones cercanos.

Que la actitud del guerrero nos acompañe, que sean superadas las diferencias, que la paz habite en nosotros, que volvamos a ser sensibles y que una nueva mirada nos permita comprender que… ¡es posible!

 

Alejandro Posada Beuth