UNA AVENTURA
“La aventura podrá ser loca pero el aventurero ha de ser cuerdo” G. Keith Chesterton
La vida está llena de riesgos y sucesos imprevisibles y tal vez esto sea lo que nos conduce a acciones en búsqueda de la felicidad. Muchos son los imponderables pero eso es probablemente lo que hace que cada día sea vivido intensamente y que nos sigamos nutriendo de momentos excepcionales.
En la aventura de nuestra existencia, el corazón proyecta lo que amamos y por eso lo externo depende de lo que se dicta desde el interior, donde habita la verdadera inspiración y no existen las contradicciones. Es así como pasamos de lo común a lo sorprendente, a lo inesperado y a lo excitante para disolver los espejismos y canalizar las fuerzas. Es una buena manera de cambiar las polaridades continuamente para renunciar al control y más bien dejarnos llevar con cada novedad. Es lanzarnos al vacío y atrevernos a pesar de la incertidumbre. Es adentrarnos en el desafío de nuestras aspiraciones aunque por momentos parezcan inalcanzables.
Pero, además, esa aventura nos hace sentir alegría inmensa y la dicha de poderla compartir con el ser amado. Es fabricar sueños de manera incansable y siempre en compañía. Es renovar el fuego interno y mantener encendida la luz que nos ayuda a intuirnos a nosotros mismos. Es revelar con claridad el ser que somos para reconocernos hijos de esa Fuente Mayor y seguir naciendo a cada instante en un mar de cualidades que nos une con todo lo creado. Es volver a vivir la esencia en presente y fundirnos con la expresión transformadora sin condiciones ni fronteras. Es superar la crisis de sentido en sintonía con el máximo de los potenciales: el amor.
Esa aventura nos vuelve conscientes de que somos humanidad y de que el océano de la vida está en continuo movimiento, nos hace libres y tremendamente creativos. El pasado desaparece para, de nuevo, ser dueños de las opciones y pasar de la turbulencia a la quietud, del ruido a la reserva, de la periferia al centro. Es una buena posibilidad de salir de la prisión de los roles para gozar de las ocurrencias y de lo espontáneo. Es vivir emociones potentes y resistirse a los hábitos. Es sacar la mente del cuerpo para llevarla más allá de nuestras limitaciones y asumir actos provocativos que nos lleven a hechos impensables. Es llenarnos de picardía y despertar al niño interior que solo fluye.
Que cada amanecer corra el telón para que la aventura de vivir no termine nunca y siempre haya un motivo para agradecer la existencia…
Alejandro Posada Beuth