“En un mundo donde nada es seguro, todo es posible” Anónimo

 

 Nos encontramos en un mundo con demasiados interrogantes, en el que afloran dudas, dilemas y cuestionamientos, al punto de que por momentos sacrificamos nuestra libertad intentando buscar seguridad. Pero pasar de la incertidumbre a la certeza, implica dar paso a la confianza y la fe.

Emociones como la tranquilidad y la calma evitan la crítica que suele ser precursora de la vacilación o la indecisión. Por eso resulta tan relevante aprobarnos y repetir mentalmente nuestras fortalezas. Es de esta manera como vamos inscribiendo en el “disco duro” de nuestro cerebro, las instrucciones claras para despejar el sendero de los propósitos.

Proyectarnos de manera positiva en presente genera empoderamiento, reconocimiento y beneplácito. Lo anterior permite retirar nuestros pensamientos de lo no sustancial y des- identificarnos de aquello que incrementa el equipaje innecesario y que finalmente dificulta la posibilidad de caminar hacia delante. Cuando la mente se ordena desde el corazón todo adquiere un sentido y pasamos de la conmoción a la aceptación. Es cuando comprendemos las señales del Universo y damos energía a los anhelos. Esta es la verdadera alquimia que permite transmutar nuestras bajas vibraciones hacia las más elevadas aspiraciones y encausar las vivencias en el vórtice de la evolución.

Mirar la realidad desde la certeza nos permite dejar de ser simples ejecutores de tareas para pasar a ser realizadores y productores de una vida sin guiones ni garantías, a disfrutar del riesgo, a entender que el sufrimiento es finito y que las ilusiones comienzan cada día, a contactar al optimista que renuncia a la desesperanza, a recuperar la sonrisa como patrimonio de la humanidad, a darle valor a lo que proviene de la Fuente Mayor.

En la convicción está la posibilidad de mantener una buena dosis de asombro, de convertir las ideas en ideales, de inferir que un pensamiento puede cambiar nuestras vidas, de recortar el tiempo para que lo imposible se manifieste en el ahora y aquí, de que la sincronía conspire y favorezca nuestros sueños, de que el regalo del presente colme las expectativas, o de que el contrato por la vida se refrende en la plenitud del instante.

Que la determinación y la constancia nos permitan hacer a un lado al conformismo. Que la resignación sea reemplazada por innovación. Que la reflexión permita discernir y hacer de la información un instrumento para edificar. Que la motivación vaya delante de cada acto para que siempre haya una “excusa” para ser feliz…

Alejandro Posada Beuth