COLOR
Imagen de Philipp Klassen en Pixabay
“El color es la lengua materna del subconsciente” Carl Gustav Jung
Ese lienzo en blanco que es la vida ya está impregnado de todos los colores, como sugiriendo que somos nosotros los llamados a entregar unos tintes que, así como la luz, reflejen lo que experimentamos en lo más profundo de nuestro ser. Unas veces la calma, otras la ira, la alegría o la violencia. Casi podríamos decir que cada emoción se expresa a través de los matices filtrados por nuestra consciencia.
En ese vasto y misterioso despliegue nos damos cuenta de que los días transcurren más allá del blanco y el negro y que el colorido con que pintemos cada uno de nuestros instantes será también lo que determine la intensidad de nuestra existencia. Desde un amanecer resplandeciente, con tonalidades cálidas y suaves que prometen esperanza e ilusiones, hasta un atardecer que entrelaza los colores como preludio a los destellos de un cielo estrellado que nos inspira a “cometer” poesías.
De los ojos con que miremos cada día dependen los pigmentos que, al final de la jornada, queden plasmados en la obra de arte que vamos perfeccionando con el paso de los calendarios. En la mirada de un niño ilusionado que descubre su mundo, brillan la esperanza y la confianza. En quien lucha sin descanso por sus metas, se van dibujando los esfuerzos que quedan plasmados como huellas imborrables con la paleta de colores. En cada jardín miles de pétalos vibran radiantes para hacer su aporte a la sinfonía que se escribe momento a momento. En el pasado quedan plasmados esfuerzos, apegos, amores o desamores y hasta discusiones espirituales que se visten de colores, acordes con los significados que hayan tenido. En el presente reverdece la esperanza que se proyecta en el paisaje de nuestras emociones para disfrutar a plenitud la magia de cada segundo. Y en el recuerdo del futuro el índigo o el violeta se deleitan cuando lo esperado está lleno de buenos augurios.
En ese lenguaje universal, ese mundo de colores trasciende al pensamiento e invita a acariciar la armonía del arco iris para caer en cuenta de la diversidad de trazos y sombras que componen nuestro universo. Esa luz radiante del sol se topa con gotas de agua para encontrar el más perfecto prisma que nos permita luego encontrar un cielo pintado de serenidad o la llama del optimismo encendida por la chispa de los sueños o quizás los secretos de una silueta que nos hacen estremecer en lo infinito de la imaginación.
Que cada matiz sea la bienvenida a una nueva esencia de nuestro ser. Que cada tono eleve nuestras frecuencias. Que de nuevo brillen las mejores fantasías…
Alejandro Posada Beuth