“Nunca se vuela al primer intento, pero lo conseguirás”. Luis Sepúlveda

Y si no lo logras, al menos quedará el indicio de haberlo pretendido o de haber hecho el esfuerzo. Seguramente vendrán nuevas acciones en procura de obtener mejores resultados hasta que la perseverancia de sus frutos.

¡Qué maravilloso resultaría hacer un intento para reconocer lo inmensurable que es la gratitud y asumir una postura de correspondencia desde una conciencia ética frente a los vínculos, para mirar con nuevos ojos la importancia de una cercanía contagiosa como antesala de  felicidad! ¡Qué lindo sería renovar los sueños y hacerlos colectivos para desatar el poder incalculable de la raza humana! ¡Qué bello sería encontrar un placer duradero en cada momento del día y cambiar así los lamentos por sonrisas! ¡Qué bonito que la persistencia y la valentía fueran los mejores testigos de los logros! ¡Sería fantástico que surgiera una nueva versión mejorada de nuestra existencia!

Vale la pena hacer un intento por seleccionar aquello que aporte y renunciar a lo que reste en las relaciones humanas. Dejar a un lado el auto saboteo y disponer de la acción segura y precisa. Exaltar el criterio y los argumentos frente a la crítica y la duda. Tener un objetivo y contar con opciones para llegar a él pero sin sacrificar los valores irrenunciables de cuna. Darle paso a las sensaciones para expandir los haberes de experiencias edificantes y seguir tejiendo sueños sin detenernos.

La vida es la suma de nuestras elecciones y por ello un intento por trascender la incertidumbre y dejar los temores, puede cambiar de manera drástica el panorama que vislumbramos. Es apreciar los beneficios de escuchar al corazón cuando dicta las verdades ineludibles y sin tapujos. En esa gestión, las convicciones deben ir más allá de los impulsos y, el equilibrio, debe ser la justa recompensa a la búsqueda incesante que nos cuestiona y enciende el motor de la creatividad y el desafío.

Un buen intento es priorizar la amistad y la confianza que resguardan la individualidad. Es cultivar la inteligencia simiente para garantizar que el conocimiento siempre vaya en la dirección del desarrollo de una conciencia noble y transparente. Es también atreverse a expresar tantas emociones que han venido esperando el momento preciso para encontrar a ese alguien que deba ser el depositario de lo más sublime que habita en nosotros.

Que cada intento sea el mejor de los combustibles para encender el fuego eterno de las más altas aspiraciones, por encima de nuestros deseos…

 

Alejandro Posada Beuth