VIVIR EN PRESENTE
“Si estás presente, no tienes ninguna necesidad de esperar” Eckhart Tolle
La expresión romana “carpe diem” (toma el día, aprovecha el momento), nos insinúa la importancia de estar plenamente conscientes de cada instante, como si nada más fuera importante, para poder surgir del estado de automatismo que frecuentemente experimentamos, a una condición que le de vida a cada situación.
Solemos estar “demasiado ocupados”, aprisionados en un tiempo inexistente que casi siempre genera conflicto entre el pasado, con sus culpas y remordimientos, y el futuro repleto de cavilaciones, desasosiego e incertidumbre. Por eso, vivir en presente nos llama a implicarnos, a disfrutar y a cambiar nuestras percepciones para liberar los condicionamientos, la impulsividad y los lastres. De esta manera dejamos muchas de las discusiones mentales inapropiadas y se hace más fácil aceptar lo que nos sucede.
Desde el aquí y ahora renunciamos a etiquetar en positivo o negativo nuestro día a día y más bien se nos facilita contemplar sin valoraciones o juicios todo lo que nos es puesto en frente. Así saboreamos cada sorbo de nuestras vivencias y apreciamos el colorido inmerso en ellas. De esta forma lo que estaba pendiente deja de serlo porque ante lo efímera que es la vida, la elección es solo disfrutarla con intensidad e interpretando de manera optimista lo que hay por descifrar ahora. Los prejuicios, las suspicacias y las ideas preconcebidas, son remplazados por la espontaneidad y la belleza que emerge cuando lo rutinario se diluye en el asombro.
Al fin y al cabo, se permite renegociar con el pasado para sanar lo ocurrido y es válido también elevar la mirada hacia lo esencial, sin dispersión alguna, cultivando la abundancia con cada pensamiento entusiasta y desde lo indefinible y grandioso. Esto es, conectar con las necesidades antes de dar otro paso y renunciar al control porque todo es posible en un mundo donde nada es seguro. Es enamorarse de lo básico y sincero. Es recuperar el criterio y el rigor para no dar espacio a la soberbia. Es extender los brazos para acoger y derrumbar así las fronteras.
Que ese eterno presente nos permita mimetizarnos con las caricias para que el beso sea el summum de la manifestación del amor y que cada latido exprese el verso que esperaba en silencio el momento oportuno para que el destinatario recogiera su eco y resonara con lo más excelso. Que la satisfacción y el gozo nos inunden en señal de comunión con las más elevadas vibraciones.
Alejandro Posada Beuth