UNA SONRISA
“Una sonrisa es una luz en la ventana de nuestra alma, indica que el corazón está en casa” (Proverbio Chino)
Mucho más que el reconocimiento de una expresión, una sonrisa puede hacer la diferencia y ser la mejor tarjeta de presentación para abrir las puertas del corazón del otro. Más que un grupo de músculos que revelan o exteriorizan emociones, puede ser una forma sencilla y duradera para acercarnos. En apenas fracciones de segundo, el cerebro identifica a la perfección la actitud que se dibuja con ese gesto elemental.
Una sonrisa natural y auténtica genera confianza, conecta y hace que nos olvidemos de la tensión y la agresividad. Rompe el hielo y hasta seduce porque nos sentimos queridos y valorados. Es un código universal que denota aceptación y acogimiento. Evoca reciprocidades y llena de luz una mirada. Hasta acelera el ritmo cardíaco si proviene de un ser amado y surge la sensación de ternura y compañía porque, de manera inevitable, encuentra eco en los más puros sentimientos.
El acto de sonreír incrementa la energía y contagia optimismo y certeza que permiten intuir que todo irá bien. Fortalece los lazos de unión y hasta favorece cambios en nuestra fisiología corporal. Pero, ante todo, despliega los sueños y activa la imaginación a tal punto que el niño interior despierta la ilusión por lo que ha de venir y expresa su gozo en lo más profundo de nuestro ser, con el entusiasmo suficiente como para advertir que es momento de vivir en presente. Este movimiento libera las endorfinas necesarias que inoculan alegría y vitalidad capaces activar ese trampolín que nos impulsa hacia el bien-estar.
Por eso ahora que tenemos que adivinar una sonrisa a través de los ojos, en un rostro parcialmente oculto, resulta fundamental compenetrarnos desde lo más sutil y poner a prueba nuestra sensibilidad, sin tapujos, sin armaduras, sin corazas, para permitir permearnos mutuamente desde esa caricia espontánea que no es otra cosa que el fiel reflejo de un potencial enorme de cariño que sale a borbotones buscando el mejor de los depositarios.
Es paradójico, que cuando se libera una sonrisa se puede llegar al éxtasis con una lágrima que ya no puede contenerse en señal de alborozo y júbilo. Es cuando una carcajada ahuyenta el invierno del rostro y la luz de la sabiduría identifica nuestro grado evolutivo.
Que el acto de sonreír sea declarado “patrimonio de la humanidad” …
Alejandro Posada Beuth