UN ABRAZO
“Conforme la noche se vuelve más fría, los abrazos se vuelven más cálidos”
Anthony T. Hincks
Mucho más que estrechar dos cuerpos, un abrazo es observar el arcoíris bajo la lluvia. Es experimentar con fascinación la forma como se recomponen las heridas y el sufrimiento a través de la magia de un encuentro auténtico y verdadero. Es ver colmada la esperanza de fundirse con el otro cuando sentimos que desfallecemos. Es entregarse con la confianza plena a la caricia para el alma, desde la comunicación sin palabras. Es palpitar alimentados por el eco de dos corazones que sonríen cuando la certeza y el amor coinciden.
Un abrazo consuela, contempla y complementa. Acompaña y estimula. Invita a seguir adelante a pesar de los sinsabores. Reconforta y resulta terapéutico si es brindado en el momento preciso y desde la más pura de las intenciones. Disipa emociones negativas como el odio, la tristeza o el miedo que se transmutan en gestos amables y en miradas que inspiran. Estremece y nos enseña porque lo humano sale a flote cuando nos reconocemos vulnerables.
Desde esa cercanía, se respira el olor de la proximidad que permite que el anclaje y la seguridad se recuperen porque la convicción incrementa la fe. En ese lenguaje la tranquilidad y el cariño se manifiestan para traspasar todas las corazas. En él se refugian la empatía y la alegría que se entrelazan con la fortaleza, el apoyo y la ternura.
En ese abrazo prolongado, las brasas del corazón arden y generan el calor suficiente como para disipar el frío de la soledad. Así, la incertidumbre, el rechazo o el abandono se retiran en silencio para dar paso a la serenidad. Los momentos de frustración son gestionados hacia el aprendizaje y la acción de creer recupera su dimensión para recordar la propia naturaleza del ser, en su búsqueda de plenitud y sentido. Se expanden las posibilidades desde el gozo y la mirada cambia porque ahora el foco está puesto en lo inminente.
En un acto tan simple pero tan grandioso como este, nos sintonizamos con la bondad y se estrechan los vínculos que desvanecen la resistencia porque se reafirma la Divinidad. Surge un sentimiento de gratitud tan fuerte, que el inventario de las carencias se hace nulo porque hasta en lo más sencillo se observa la abundancia. Es cuando el amor se convierte en la máxima verdad.
Que muy pronto podamos deleitarnos en ese abrazo que ahora se muestra esquivo…
Alejandro Posada Beuth