LO IMPRESCINDIBLE
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles” Bertolt Brecht
Nuevos vientos, otros sueños, más ilusiones, pero también más recuerdos, nostalgias, añoranzas…
Sin embargo, siempre hay cosas irreemplazables e insustituibles, como ser arquitectos de nuestros propios sueños o como dibujar un destino o ir en búsqueda de la felicidad y el equilibrio. Es imprescindible llegar a acuerdos con nosotros mismos para permitirnos recuperar la posibilidad de abrazar la vida o atesorar tantos momentos que se han ido o, simplemente, diseñar el jardín de colores para transmutar el dolor en el despertar del alma. Son necesarias la aventura y la pasión para que la rutina sea vencida y para que el nuevo canto se contagie a raudales desde el fluir sin resistencia. Resulta fundamental también calmar los temores y sembrar serenidad a partir del silencio de quien observa sin juicios. Es primordial, así mismo, dejarnos seducir por lo sublime, por lo que anuncia la nueva página, más allá de los días, y por convertir lo probable en evidencia y convicción.
Es esencial reemplazar la lejanía por una compañía sin condiciones, o el llanto lastimero por la creencia, la confianza y la esperanza. Es importante también dejar correr la nube y callar mientras pasa para ver luego con entusiasmo y reconocer la sorpresa en cada suceso. ¡Qué bueno sería encontrar en el amanecer la mejor excusa para agradecer la existencia y llenarnos de buenas ideas, mejores augurios y desafíos por emprender! Sería maravilloso recuperar la capacidad elegir desde el optimismo y no desde las limitaciones. Aceptar el intento antes que pensar en la derrota y tener, en la misión, el mejor pretexto para mantener las aspiraciones. Suspirar en señal de satisfacción y no de clamor. Olvidar, si lo que se evoca no edifica. Pintar de fervor y esfuerzo a la melancolía y avivar el fuego y la fuerza del amor.
Que bueno sería dejar la insensatez y más bien regresar al arte y la magia de mirar a través del prisma que refleja la transparencia y la pureza. Cambiar los desvelos por el consuelo y enhebrar vivencias, con sabor a equipaje, que rehúsan al hastío. Sería precioso cambiar el escenario y añadir a cada acto una buena dosis ternura y compasión. Volver a estar presentes de corazón para dejar a un lado las ausencias y recorrer el camino juntos. Regresar a lo elemental para reencontrarnos en lo sencillo de las grandes motivaciones. Vestirnos de humildad y prescindir del orgullo y la prepotencia. Asumir la actitud de quien tiene sed de conocimientos adobados de un noble sentir. Sería bonito rescatar la sonrisa para contactar al niño sabio que habita en nosotros y que no condiciona sus momentos espléndidos con falsas etiquetas o con la necesidad de la apariencia.
Que lo imprescindible desplace a lo no indispensable y que reasignemos los genuinos valores al propósito mayor: ¡la vida!!
Alejandro Posada Beuth