LIGEROS DE EQUIPAJE

5 abril, 2021 by Lina Gonzalez

“Aprendí que, si no puedes ser feliz con pocas cosas, no vas a ser feliz con muchas cosas” Pepe Mujica

 

 

De repente surgen situaciones inesperadas que, por lo que representan, nos llevan a tomar decisiones prontas y efectivas. Es como si, súbitamente, tuviéramos la necesidad de desprendernos de muchas cosas que, sin darnos cuenta, fueron convirtiéndose en un lastre del que nunca calculamos su magnitud. Surge un requerimiento imperial: aprovechar hasta el más mínimo instante porque pareciera que el tiempo para lo realmente importante se hace limitado ante la sensación de que una idea nos piensa. Se extingue la libertad y las ataduras con el ego se manifiestan desde el agobio por haber empeñado la felicidad en cosas lejanas a lo imprescindible.

Soltar: esa es la palabra que comienza a rondar en nuestros pensamientos porque su dimensión se hace inocultable. Obsesiones que aprisionan al alma, nudos emocionales que limitan la acción, pinceladas de grises que no permiten captar el color de un paisaje que habría de ser creado con el toque de cada segundo. Vergüenza por lo hecho o lo dejado de hacer. Desasosiego por haber conjugado el verbo aplazar cuando algo era perentorio. Sensación de soledad que nos cuestiona cuando miramos si la ruta era la correcta y si verdaderamente supimos ser cómplices o más bien estuvimos ausentes. La película de la vida rueda a velocidades vertiginosas y por momentos se detiene en algunas escenas que generan turbulencia y más interrogantes, como si hubieran pasado por nuestra vida sin habernos percatado de ello.

Cuando decidimos ir ligeros de equipaje, también es menester despejar los verdaderos criterios de vida para no permitir que se filtren la vacilación o la duda. Es cuando las habilidades opacan al saboteo del temor y se presenta el legítimo derecho de equivocarse como parte del camino hacia la conciencia real. Es asumir lo elegido con tenacidad y empuje porque la fuerza proviene del Espíritu y no permite agotamiento ni mucho menos desfallecer. Es realizar el ejercicio de vivir, pero con la convicción de no desperdiciar el más mínimo esfuerzo en cargas inútiles provenientes del espejismo de ambiciones cicateras y mezquinas. Es recuperar la sublime potestad de discernir e ir en búsqueda de los sueños sin arquetipos prefabricados. Es mirar desde la intimidad al ser prodigioso que somos, para reservar el brindis del silencio que nos seduce para reivindicarnos con nosotros mismos.

Que, en adelante, podamos ir ligeros de equipaje para que esa inteligencia simiente pueda ser alimentada desde el recinto sagrado y secreto de un corazón amoroso…

Alejandro Posada Beuth

 

VIAVIDA

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