LA TERNURA
“La ternura es el reposo de la pasión” Petrous Jacobus Joubert
Un abrazo en el momento justo, una mirada que conspira e implica, una sonrisa que rompe corazas, un gesto que acompaña sin necesidad de mediar palabra, una presencia que rescata del abismo, una cercanía que acoge, una compasión que renuncia al juicio: ¡eso es la ternura!
Es una mano dispuesta que se extiende desde un corazón amoroso y sensible para brindar la caricia más sutil. Es la pintura de las vivencias que se camuflan en el tiempo eterno del gozo. Es la belleza y el sentido que se funden en señal del afecto desinteresado y sublime. Es el encuentro profundo que solo sabe de coincidencias. Es recorrer el sendero sintiendo la compañía que interpreta e intuye. Es la voz silente que profesa el amor por el otro descifrando un sentimiento.
La ternura es una ofrenda inesperada en el instante preciso. Es el sentimiento de acogida cuando creemos que la angustia nos vence. Es el roce que estremece porque el contacto va más allá de la piel. Es la fragancia que queda después de retirarnos y que impregna hasta el último rincón de nuestro cuerpo. Es la percepción sin carencias porque la plenitud interior supera cualquier limitación. Es la dulzura que se registra en el rostro curtido de quien ya ha superado la prueba de los días.
Cada acto que genera consuelo, cada expresión que reconoce y honra la existencia del otro, cada pausa que evoca el recuerdo grato del momento vivido, cada amanecer sereno después de la tempestad, cada instante que brota intentando acomodarse en lo eterno de lo que es majestuoso, cada sonrisa tímida que busca eco en quien la recibe, cada lágrima que no puede contenerse en señal de regocijo por el reencuentro: todas son manifestaciones preciosas de una sensibilidad a flor de piel que dignifica y exalta lo mejor de la condición humana.
Que en adelante siempre haya un motivo sin motivos, un halago genuino, una llama que avive el fuego, una casualidad verdadera, una manifestación de esperanza, un soporte para el que intenta esquivar el vacío, una escucha que resuelva, un aliento para quien se siente desfallecer.
Que cada día sea una buena “excusa” para brindar y compartir con generosidad aquello que nos fue dado y que cobra significado al ser compartido desde la ternura que quiere desbordarse con quien camina a nuestro lado…
Alejandro Posada Beuth