LA TENACIDAD
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles” Bertolt Brecht
Muchas son las adversidades que se cruzan en nuestro camino. Sin embargo, desde la actitud del aprendiz, se convierten en retos o pruebas que frecuentemente nos llevan a comprender de qué estamos hechos. Es natural sentir que por momentos las fuerzas parecen insuficientes, pero es entonces cuando el empeño y el deseo ardiente se asoman para mostrarnos que los logros comienzan cuando damos el primer paso.
Actuar desde la confianza plena, sin desistir, con la firmeza y persistencia suficientes, ya constituye gran parte del resultado. Por tanto, una buena dosis de pasión es requerida para encontrar ese potencial coherente que motiva e impulsa con propósitos firmes.
Cuando la voluntad y el talento doblegan la fragilidad, la actitud firme conduce a que la meta se sienta cada vez más cerca y simplemente el fracaso no tiene cabida. La superación de los errores se convierte en la mejor evidencia del intento y eso es ya un acto decisivo en el sendero de quien siempre piensa en construir, aun advirtiendo las dificultades. Es entonces cuando nos hacemos conscientes del desafío, teniendo a disposición la tenacidad y el optimismo como los mejores instrumentos en la búsqueda de realizaciones superiores en bien de la humanidad.
La insistencia no debe confundirse con terquedad. Es más bien el marcador de la búsqueda de nuevos caminos que emanan de la solidez y entereza mental, del carácter y la rectitud, de la convicción y la grandeza espiritual. No desistir es una clara muestra de que hay energía suficiente como para que la determinación supere la duda. Esto es permitir que nuestra visión del mundo se nutra continuamente y con sorpresa, de nuevas posibilidades que permitan un enfoque ampliado para ejecutar un Plan Mayor. Por eso el verbo renunciar, desde el pensamiento tenaz, no se conjuga en primera persona.
La vida nos hace continuos llamamientos para no detenernos cuando los objetivos son dignos y trascendentes. No hay vigor más vehemente que el de un corazón que en cada latido se contrae desde la pureza interior y con la certeza de un fin noble.
Que la constancia venza la incertidumbre. Que la fe supere a la esperanza. Que la seguridad sea mayor que la desconfianza. Que el ser maravilloso que habita en nosotros, sea el mejor testimonio de que somos la obra perfecta del Gran Creador…
Alejandro Posada Beuth