LA ESPERANZA
“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes” Khalil Gibran
Existen promesas en cada corazón y por eso las turbulencias se diluyen ante la grandeza de las ilusiones que se alimentan desde el amor. Conservar la esperanza es anclar el alma que siempre tiene una respuesta para no desfallecer. La esperanza derrota la lógica y por ello es necesario conservar el entusiasmo, la alegría y la fortaleza interior que nos dictan a cada instante que podemos ir más allá de las limitaciones naturales.
Nuestros sistemas de creencias deben ser robustecidos y tonificados para que cada situación vivida sea otra forma de incrementar la convicción de que siempre hay un nuevo día para comenzar y de que ese tiempo por venir estará repleto de ventura y dicha. Podremos cambiar las excusas por propósitos y las pruebas de la vida por testimonios o los reveses por la posibilidad de promocionar nuestra capacidad evolutiva.
Cada día es otra oportunidad para terminar lo que ha sido iniciado y para darle vida a los sueños. Para reconciliarnos desde lo más profundo de nuestro ser y salvar las dificultades y así permitir dirigir nuestros esfuerzos al reencuentro con el rumbo de las finalidades mayores, a sabiendas de que todo es factible y que la confianza es ingrediente esencial para contemplar luego lo que antes fue solo un pensamiento.
Rescatar el aprendizaje es parte de la esperanza para reconocernos autónomos y hacedores de lo que ha de ser parte de nuestros inventarios. Sin duda alguna que, para ello, la audacia y el coraje serán materia prima como fuente de inspiración para entender que después del invierno viene la primavera y que el colorido se disfruta más después de haber probado los claroscuros la vida.
La esperanza también derrota al temor y constituye un peldaño más en el recorrido del camino hacia la fe. Le da sentido a todo y permite depositar la energía para encausar el destino y, más aún, si se revela desde la consagración, con ahínco y denuedo, con esfuerzo y empeño, para darle valor a los logros desde la justa medida.
Nunca perder la certeza y más bien mantenernos firmes en la búsqueda de ese Norte que nos hemos trazado para poder desplazar la angustia y la zozobra y coincidir en la serenidad y el sosiego. Cada palabra de aliento en el momento preciso puede hacer la diferencia entre la derrota y la esperanza…
Alejandro Posada Beuth