LA ESCUCHA
“¿Qué significa oír el silencio, sino escuchar lo que no alcanza a ser dicho?”
(Santiago Kovadloff)
Es importante dejar la prisa y silenciar el ser para poder rescatar la actitud de escucha y de esta manera sintonizarnos con el respeto, la atención y la presencia, fundamentales para acallar la turbulencia de las emociones. Asumir de manera sincera y generosa el contacto con el otro es centrar el foco para cultivar las relaciones desde el aprecio y la consideración.
Escuchar es conectarse sin divagar, sin distraerse. Es recuperar la preciosa virtud del silencio preciso, que puede llegar a ser la forma más elocuente de expresión. No interrumpir a aquel que busca nuestra deferencia es quizá la mejor muestra de empatía y, además, transforma nuestros sistemas de entendimiento para encontrar las respuestas adecuadas. Es aprender a revelar la belleza desde la prudencia y comprender que existen otras visiones, sentimientos o necesidades que pueden ser recibidos desde la disposición genuina y trasparente para evitar el enorme costo del conflicto.
Cuando es el corazón el que escucha, las distancias se acortan y puede descifrase lo que hay más allá de las palabras. Podemos leer al otro, más que llenarnos de argumentos. Se resuelven la agitación interior y las discusiones sin rumbo y hasta se contribuye a recuperar la autoestima porque la valoración está inmersa en esa postura. Ser uno con el otro es enriquecer la imagen que tenemos de él y que va mucho más profundo que un intento por interpretarlo.
Escucharnos es cambiar ansiedad o desavenencias por la posibilidad de involucrarnos. Es abrirnos para discernir con cautela y elegancia. Es mitigar el egoísmo y dejar a un lado los rótulos o etiquetas mentales para volvernos a encontrar. Es comprometerse e interactuar desde la sensibilidad y con delicadeza, para identificar y cultivar el verdadero propósito que supera lo personal.
¡Qué bonito sería que pudiéramos renunciar a la prepotencia y la arrogancia para descubrir que somos capaces de encontrar la verdad que habita en la humildad! Por eso el sabio concibe que el conocimiento no le pertenece y tan solo espera a ser escuchado para ahorrarnos gran parte del camino.
Escuchar es acompañar, intercambiar, compartir. Es volver a manifestar lo que tanta falta nos hace: la admiración por el prójimo…
Alejandro Posada Beuth