INCIENSO, MIRRA Y ORO

11 enero, 2022 by Lina Gonzalez

 

“Las riquezas son presentes ambicionados pero, la riqueza del regalo perfecto radica en el propio presente”. Spencer Johnson

 Cuando la conciencia toca a nuestra puerta, comenzamos a darnos cuenta de los muchos regalos que la vida nos brinda y tal vez, de esta manera, el aprecio por tantas y tantas cosas que recibimos atenúa lo que consideramos nuestras carencias.

Ofrendar algo desde el corazón es homenajear lo Divino, es encender el incienso y con él su aroma como culto a lo esencial para obtener la dicha y el gozo que llegan cuando un verdadero acto de desprendimiento logra estremecer al otro. Esa es la fragancia real que perdura porque detrás de ese gesto ha habido una intención amorosa que quiere reconocer a Dios en quien se cruza en nuestro camino. Eso es sentirnos en comunión para comprender de una vez que somos Uno.

Somos altamente vulnerables, como lo fue Aquel que incluso entregó su vida por la humanidad y a quien le fue dada la mirra para mitigar el dolor porque, ya desde su nacimiento, sabía que habría de morir en un gesto de generosidad incalculable; un símbolo que nos permite recordar lo necesario que es renunciar a lo que no nos pertenece, al mundo de la ilusión, a los espejismos y a lo que no hace parte del Plan Mayor con el que, de alguna manera, todos estamos comprometidos. Esto es, liberar las cargas ajenas o las que decidimos crear desde un diálogo erróneo con nuestro ego, lo que nos llevó a alejarnos del Sendero. Es también dirigir nuestra mirada a lo primordial y permitir que el esfuerzo vaya siempre en el sentido del bien mayor, con un derrotero preciso para que el beneficio sea saboreado por todos.

La dignidad que representa el solo hecho de ser Humanos, nos lleva a que podamos bañarnos con el oro de la pureza que, como el metal precioso, no se corrompe ni se altera y en cambio exalta al “Rey de Reyes” que habita en nosotros. Al Ser que tiene claro su camino y que, de una manera diáfana y prístina,  se dispone a cumplir su parte llevando consigo la consigna de los más grandes valores que no es otra cosa que honrar a quienes nos antecedieron para que sus intenciones se vean reveladas, de igual manera, en quienes nos sucedan.

Que el incienso, la mirra y el oro que recibimos desde que tomamos la decisión de ser quienes somos, nos permitan rescatar la alegoría de la vida misma para recrearnos en la magia de cada día e ir en búsqueda de la felicidad…

Alejandro Posada Beuth

VIAVIDA

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