HERMOSA NAVIDAD
Una sonrisa que genere ecos es una buena forma de celebrar la navidad
La espera por el encuentro ha valido la pena. La noche, en su misterio, nos cuenta que es tiempo de volver a nacer, de renovar sentimientos y emociones, de avanzar a otro nivel, de explorar otros caminos, de evocar recuerdos gratos, de pintar con luces de colores ese momento único que un niño vive con sorpresa y que nos cuenta que en lo simple está lo grande. Cada nuevo comienzo tiene un tinte de ilusión y fantasía y de manera inevitable se cruzan imágenes de nuestra infancia que quedaron grabadas para siempre por su dosis de inocencia y bondad.
Ese pesebre, el árbol, las guirnaldas, son apenas testigos que expresan como esa hermosa Navidad engalana el Alma. Comienza el viaje profundo para sonreír de mil maneras y volver a lo que somos: obras de Aquel que también decidió encarnar para llevarnos de nuevo al sendero y reconocer el compromiso de ser humanos. Es cuando se corre el velo del tiempo para observar con humildad cada suceso vivido, en un intento por resonar con la compasión y purificar el corazón.
En esta hermosa Navidad volvemos a ser portadores de gozo y satisfacción haciendo que lo cotidiano tenga el aroma de la unión en torno a ese Belén para volver al diálogo íntimo en el que emociones y pensamientos honran al amor. Es momento para visitar a Dios en nuestro interior y acercarnos a nuestra propia compañía, reivindicando también la presencia de los otros, para intercambiar los mejores afectos, diseñar lo mejor de nuestros días y darle fuerza al nuevo ser que se llena de entusiasmo, como el Niño que ahora vuelve a casa.
La cena de esta hermosa Navidad tiene ingredientes singulares: conexión familiar, abrazos acumulados que no terminan, miradas cómplices, luminosidad que le da categoría a la coincidencia de todos en el genuino deseo de compartir, palabras que por fin son expresadas para desvanecer el orgullo, alegrías que se desbordan en carcajadas y olas de amor que nos cubren deliciosamente, certezas que ahora se multiplican, música del corazón que hace que interpretemos la partitura en “Fe Mayor”, sueños que ahora hacen parte de una cuna también ocupada por ese Niño Dios que sabe y conoce de la fuerza de creer y vislumbra la inmensidad sin límites.
Que esta hermosa Navidad volvamos a sembrar. Que encontremos lo oculto en los símbolos de cada amanecer. Que volvamos a priorizar lo verdadero. Que asumamos lo que nos corresponde y que nos sintonicemos otra vez con la compasión y el perdón…
Alejandro Posada Beuth