FLUIR
Respira, siente, vibra. Permite que todo fluya. No te engolosines con lo que no te pertenece…
La vida transcurre entre capacidades y desafíos, entre talentos y retos, que nos llevan a forjar el destino día a día con el ímpetu que genera el deseo intenso enfocado en un objetivo mayor. Así, entre el gozo, la esperanza y la ilusión, llega la invitación a fluir sin resistencia, a liberar ataduras, a soltar lo no esencial y a recibir cada experiencia tal y como se presenta, con los ojos de quien aún puede sorprenderse.
Discurrir y caminar libremente, saborear el tiempo presente que nos permite camuflarnos con aquello que nos ocurre en el ahora y aquí, emerger a nuevos órdenes sin riñas o discusiones triviales y centrar la atención que magnetiza la magia del momento, nos conduce a la satisfacción plena, sin límites. Es, en ese momento, cuando la inspiración hace parte de nuestro equipaje y eleva la mirada a intenciones en verdad relevantes y abnegadas, repletas de sentido humano.
Cuando fluimos y nos permitimos ahondar en el silencio, acallando el ruido de lo superfluo y de lo que carece de sentido, surge el observador sin expectativas, el que contempla sin juicio alguno, el que disfruta de cuanto existe, el que no sabe de miseria o escasez, el que se sincroniza con la grandeza y dirige sus estrategias a lo que el corazón dicta con espontaneidad.
Dejar que las aguas corran es integrarse para renunciar a las pequeñas disputas, doblegar la rigidez y encontrar en la flexibilidad la cualidad de quien sabe que la vida sin guiones nos sintoniza con el deleite y la pasión que iluminan el sendero. Es de esta manera, como todo confabula y se dispone para que las perspectivas se aclaren y el panorama sea prometedor hasta permitirnos estar absortos en cada acción e integrados al júbilo que no admite cansancio o agotamiento.
Fluir es pues, contemplar la unidad, regresar a la fuente, vencer las coyunturas, recrearnos en el mundo de las potencialidades, asumir la actitud del que escucha alegremente las notas que brotan sin esfuerzo porque somos la música misma. Es satisfacción total que se vive desde la ausencia de prisa para que la imaginación vuele con libertad y dibuje los mejores escenarios. Es embelesarnos en un sentimiento que entienda el capital humano como la mayor de las riquezas. Es, por fin, comprender que nada nos hace falta para cumplir la “condena” se ser felices…
Alejandro Posada Beuth