ES POSIBLE…
“Nada es imposible para un corazón dispuesto” John Heywood
La percepción subjetiva hace que muchas veces cambien nuestras perspectivas frente a los retos que hemos asumido y que por momentos parecieran objetivos inalcanzables. Sin embargo, cuando desde la convicción visualizamos el mundo de las posibilidades, los logros se aprecian cada vez más cercanos permitiendo el paso de la ilusión a la concreción. Convertir los simples deseos en aspiraciones equivale a despejar los obstáculos y a abrir las puertas que permitan salir de las fronteras que reconocen límites, para dar rienda suelta a la capacidad creativa.
Por supuesto, para llegar a hacer posible lo imposible se requiere de esfuerzo, sin excusas ni claudicaciones y convertir la fe en la mejor aliada. Estar dispuesto a empezar después de cada intento y ocuparse de lo significativo y valioso, renunciando a cualquier tipo de distractor que perturbe el correcto enfoque.
No hay pretextos ni evasivas. Solo fortaleza y compromiso firme al momento de asumir un propósito que no admite dudas. El fracaso deja de serlo porque se interpreta como la huella de un intento más y lleva inmersa la necesidad de perseverar. La creencia desde el alma justifica el sacrificio y niega la procrastinación. Hay la certeza de que el momento es ahora y de que la resistencia se vence desde la persistencia. Por tanto, pasamos de la repulsión a la acción, de la negación a la inspiración y de la justificación a la determinación.
Es entonces cuando nos damos cuenta de que es posible acortar distancias, diluir rencores, ofrecer disculpas, reconocer confusiones, afrontar temores y hasta reemplazar engramas. Es posible también crear expectativas incluyentes, sueños colectivos, construir paisajes y volver a enamorarnos cada día para repotenciarnos en las emociones más sublimes que nos liberen de pensamientos preconcebidos y reconocer así nuevas verdades que alimenten la esperanza.
Así mismo, es posible volver a retomar la conversación profunda, que tanto habíamos aplazado con nosotros mismos y reanudarla desde la gratitud, la confianza y la aceptación. Desde la capacidad sin límites para gozar y, de esta manera, desprendernos de lo aparente, superfluo e innecesario. Es cuando podemos volver a la curiosidad y al asombro que nos invitan a dar ese primer gran paso hacia lo intrépido e incierto donde, al fin y al cabo, habita la excitación.
Vale la pena repetirnos cada día: ¡es posible!
Alejandro Posada Beuth