EL OLVIDO
“No existe un olvido total: las huellas, una vez impresas en el alma, son indestructibles” Thomas de Quincey
Más que en nuestras mentes, los mejores recuerdos quedan grabados en el corazón y son alimentados desde ese fuego ardiente para que jamás caduquen. De esta manera se perpetúan en el tiempo las más radiantes vivencias y emociones que hacen que la existencia sea vivida con intensidad, sin excusas o limitaciones para cultivar alegrías y afectos y con la plena noción de que cada instante experimentado puede convertirse en el mejor pretexto para ir en dirección del deleite de todo lo que se convierte en irrepetible.
Irónicamente en ocasiones recurrimos, conscientes o no, a esta estrategia del olvido para expiar culpas, recuperar confianza, sobreponernos a ofensas o simplemente para aceptarnos y valorar lo que en esencia somos. Es cuando la palabra ofensiva, la desatención o algún tipo de instigación pierden fuerza y surge el guerrero interior que utiliza su escudo como primera herramienta para protegernos de los agravios.
No deben caer en el olvido, sin embargo, el reconocimiento por lo recibido, ni la conciencia ética que empodera los verdaderos vínculos, ni el bienestar y optimismo generados desde nuestra capacidad adaptativa, ni la posibilidad de mirar con nuevos ojos la realidad que es producto justamente de esos puntos de vista del que aún puede sorprenderse, ni el derecho que hemos adquirido para disfrutar de un placer duradero como antesala a la felicidad. Mucho menos la correspondencia a las acciones que han brotado desde el bienhechor que llevamos dentro y que desatan el poder de una sonrisa en señal de satisfacción por lo realizado y, a su vez, la renuncia desde la libre elección a lo que no edifica.
El olvido es pues, un camino de doble vía: algunas veces tratamos de evitarlo y otras de provocarlo. Si decidimos evocar historias o situaciones, deberíamos al menos tratar de cerciorarnos de que en verdad nos lleven a crear, combinar y desafiar nuestras fantasías e ilusiones producto de una inteligencia simiente como el mejor de los combustibles para pintar cercanías expansivas de aquello que somos en esencia. Si, por el contrario, la elección es olvidar, que podamos entonces desprendernos de inhibiciones, pudores, espacios invadidos, honores desprestigiados, temores infundados, injerencias indebidas, o decisiones imprecisas, criterios inadecuados, resentimientos, actitudes cobardes o pusilánimes.
Que la claridad y el arte de la volición estén siempre de nuestro lado para identificar cual es el sendero a recorrer…
Alejandro Posada Beuth