EL CONSUELO
“El mayor consuelo en la desgracia es encontrar corazones compasivos” Menandro
Reconocer nuestra vulnerabilidad puede ser signo de tenacidad. En ocasiones sentirnos afligidos nos lleva a la necesidad de buscar alivio y comenzar la travesía hacia el encuentro con nosotros mismos gracias a la presencia y compasión del otro. De esta manera se aligeran las cargas y se encuentra refugio en un corazón bondadoso que acoge con la intención de servir y acompañar.
Aunque el consuelo sea solo temporal ya es un gran aporte porque, al menos surge la pausa para reponernos, respirar y encontrar en el silencio la estación de la serenidad. Seguramente unas cuantas palabras a tiempo, un gesto, un apretón de manos o la simple cercanía harán que brote de nuevo la esperanza y que podamos, una vez más, elevar los ojos al alma.
En medio de la desolación y del frío de la derrota, encontrar el reflejo del amor en los ojos de quien nos mira puede representar el mejor de los alicientes para vencer la amargura, la tristeza o la resignación. El dolor o la pena se diluyen ante el consuelo porque el resonar de una sana intención comienza a revelar el sendero hacia el viaje de regreso al centro o a renacer a un mañana prometedor o, quizás, a contemplar la agonía de un sollozo que ya se niega a permanecer porque la fatiga lo ha superado. En ese rodar de las emociones de un extremo a otro se camufla el sueño de encontrarse con una madrugada leve, sin el peso de resacas morales y más bien embriagados por una experiencia de paz en una conciencia ajena a las culpas.
El cobijo de un abrazo genuino puede convertirse en la mejor de las medicinas, en el brillo de un paisaje con un sinfín de imágenes que pulsan y ordenan de nuevo el mapa de las ambiciones valederas, en el tiempo que acude a rescatar los momentos extraviados o en el prisma que deja ver los destellos de sabiduría que se reflejan en las cumbres más altas que solo los aprendices suelen explorar.
Siempre es necesario cruzar las barreras y descubrir los motivos que dejan a los lamentos ahogados en su propia rebeldía. Es relevante despedir al calendario para sumergirnos en el gozo de lo ya conquistado. Es placentero encontrar que aún permanece en el trozo de papel, el poema que alguien escribió alucinando con lo que parecía inalcanzable pero que finalmente hizo vibrar al ser que lo esperaba con ansias y que encontró el consuelo aún en aquello que no alcanzó a escuchar a viva voz.
Que puedas ser quien regale ese poco de consuelo que alguien espera…
Alejandro Posada Beuth