EL CAMBIO
“Debes ser el cambio que deseas ver en el mundo” Mahatma Gandhi
El ser dinámicos y cambiantes es nuestra naturaleza como seres humanos. La perseverancia y la paciencia resultan esenciales para llevar a cabo procesos de transformación necesarios en circunstancias que pueden ser inesperadas o adversas y que, incluso, logran generar confusión a tal punto que pareciera que son necesarias las crisis o los traumas para producir el cambio. Pero, ¿Y si este pudiera darse también desde la alegría y la inspiración?
Modificar la dirección implica ser conscientes de nuestra capacidad de pensar para diseñar nuevas estrategias que permitan tomar decisiones diferentes y de esta forma vislumbrar un cambio de rumbo para poder así reemplazar incertidumbre, angustia y ansiedad por certeza que, si es acompañada de una buena dosis de sorpresa, nos permitirá derrumbar dogmas o paradigmas que casi siempre terminan diluidos en el tiempo…
Trascender del lamento a la aceptación y el reto, hará que nuestros sueños y proyectos tengan fecha de caducidad. La determinación y disciplina hacen surgir las preguntas adecuadas para llegar a la raíz de aquello que debe ser modificado y trazar esquemas de vida productivos y motivados desde el altruismo y la capacidad de entrega. Emociones fuertes e intensas permiten mantener la lente enfocada para que la “memoria del futuro” sea programada en presente.
Es esencial pasar de las reacciones (cerebro reptil) a las acciones (cerebro humano) para que emerjan nuevos puntos de vista y que el mundo de las posibilidades se torne infinito. Es entonces, cuando se requieren los mejores recursos, el ingenio y la inteligencia, impulsados desde la coherencia y una buena dosis de optimismo, para que la inventiva y la creatividad puedan ser materializadas.
Modificar el entorno es otro factor clave en el proceso del cambio. Un ambiente amable y colorido, dotado de elementos que armonicen y den origen de manera elegante y sobria a un nuevo orden, dará paso a la fluidez para que las coordenadas precisas catapulten los mapas mentales de quienes, a conciencia, van diseñando tácticas que empoderen y formen hábitos superiores.
Cruzar el río del cambio es también asunto de atreverse y desafiar lo que parecía inamovible para salir de la anquilosis y sentir las nuevas experiencias incluso antes de que ocurran. Es romper con las rutinas del “viejo Yo” para ordenar imágenes que conspiren en la génesis de algo mayor que nos libere de pensamientos limitantes o profecías autocumplidas…
Alejandro Posada Beuth