DESPERTAR
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“Estamos cerca de despertar cuando soñamos que soñamos” Novalis
Y llega un momento en el que hay una voz interior que nos dice que es el instante preciso para abrir los ojos y comenzar a mirar desde una perspectiva mayor para dimensionar la profundidad y el sentido verdadero de la vida. Comenzamos a darnos cuenta de que algo más allá de lo que percibimos nos cuestiona y nos lleva a la reflexión para reevaluar nuestras creencias.
Con el despertar comenzamos a tomar conciencia de la importancia del principio de la abundancia y uno de los primeros pasos consiste en vivir agradecidos por todo lo que somos y poseemos. De esta manera expandimos nuestros pensamientos y liberamos la ansiedad para que todo suceda naturalmente. No hay reproches ni críticas: sólo compañía. No hay esclavitud por nada ni por nadie porque reconocemos nuestra libertad. No hay visiones catastróficas: sólo coyunturas convenientes. No hay tiranos ni cretinos: sólo gobernantes que escuchan a su pueblo. No hay egoísmos ni falsos argumentos: sólo benevolencia y entrega.
Al despertar elevamos los ojos al alma para derrotar al pesimismo y desterrar la sombra. Actitudes y acciones van en dirección de grandes transformaciones en el empeño porque todo sea mejor. Los motivos se llenan de abnegación y filantropía. Las proyecciones ocurren porque rescatamos lo mejor de lo mejor. Las mañanas comienzan con alegría y una buena dosis de sonrisas y color. Los sueños se despliegan y los privilegios se hacen manifiestos. Las dudas se diluyen porque no tienen cabida en el yo sagrado. La mente serena sale en búsqueda de nuevos aprendizajes para incluir a los otros en las nuevas decisiones. La mirada es directa pero amable porque no hay motivos de vergüenza.
Cuando abrimos los ojos al mundo en este despertar del Espíritu, nos acompaña la convicción de tocar el corazón de alguien más y cada palabra, cada gesto, están cargados de mensajes auténticos que provocan compromiso. La imaginación y la pasión se toman de las manos para sustentar equidad. La autenticidad y el sentido de identidad surgen como claros exponentes del rumbo hacia el que vamos, siempre con la marca del corazón. Los brazos extendidos convocan y los sentimientos albergan solo aquello que une y suma.
Que ese despertar esté lleno de sorpresas. Que cada quien luzca su mejor traje y el rostro más feliz. Que la voluntad permanezca férrea cuando se trate de darlo todo para no conformarnos con migajas. Que se creen cada día escenarios de colaboración y empatía…
Alejandro Posada Beuth