CONEXION
“Somos como islas en el océano, separados en la superficie y conectados en lo profundo” William James
Existe un perfecto entramado que permite que todo esté conectado con todo. De esta manera una partícula puede influir en el estado de otra, aunque estén a distancias inimaginables.
Estar entrelazados equilibra nuestras vidas porque es entonces cuando reconocemos la perfecta conciencia de la unidad y la complementariedad, al punto de que intuimos al otro en cualquier instante. Ocurre que el corazón se estremece y los lazos se hacen más fuertes porque la mayor de las fuerzas, el amor, reconoce y honra la “gran-diosidad” del encuentro sagrado. Es cuando el encantamiento y la fascinación hacen que un instante burle las limitaciones del tiempo para recrearse en la eternidad.
Una conexión profunda declina la posibilidad de emitir juicios y elimina el ruido o la turbulencia para que germinen, desde la quietud, la percepción aguda y las mejores perspectivas que den paso a la armonía y la afinidad como preámbulo a la fusión de las almas que conocen de lo indisoluble. Surge entonces la certeza de la presencia y la convicción de poder contar siempre con el otro.
Un destello de luz en la conciencia, una sonrisa que se dibuja al evocar recuerdos maravillosos, la sensación de sentirnos acompañados en cada momento, o la voz que nos susurra en la deliciosa esquizofrenia de las remembranzas, son la contundencia del vínculo que jamás habrá de deshacerse. La fina coincidencia y la sintonía en la sobriedad de lo vivido hacen que cada experiencia sea el mejor elixir para deleitarnos, segundo a segundo, en el mundo de lo significativo.
Cuando la conexión reconoce el corazón del otro, cada cuerda emite el tono preciso que suma y potencia para vibrar en resonancia y hasta se hace innecesaria cualquier instrucción porque son los órdenes supremos los que disponen los acordes más imponentes, en el orden exacto, para concluir en la majestuosa obra de la música de la vida que espera ser escuchada desde la serenidad del silencio.
Que la ternura, el respeto y la confianza se tornen en los mejores ingredientes de una unión sin cadenas para que, por fin, comprendamos que somos una única humanidad, un solo tejido, un solo cuerpo. En ello está la verdad…
Alejandro Posada Beuth