CERCANÍA
Imagen de Antonio López en Pixabay
“No hay mayor cercanía entre dos personas, que sonreír al leerse” Anónimo
Las fronteras individuales se ven superadas por la cercanía cuando los vínculos así lo permiten. Hay eco y reciprocidad que refrescan los afectos. Esa sensación de proximidad, calidez y confianza se convierte en una pincelada emotiva que puede ser el combustible necesario para continuar cuando las fuerzas parecieran insuficientes.
Cercanía es conectarse con algo profundo que conmueva e inquiete, que active ilusiones, que sorprenda y excite, que genere nuevos interrogantes, que permita coleccionar más y más historias, que alimente la imaginación, que ayude a materializar sueños, que libere confusiones, que rescate el instrumento que somos para que volvamos a ser música y a dar la nota que nos corresponde.
Cada segundo puede ser eterno: el de un beso, el de mirar absortos una flor y contemplar un fruto, el del dolor, el de la muerte. Pero sin duda, el de la cercanía puede llegar a ser tan intenso que se pierdan los contornos del tiempo para amortiguar los altibajos de lo cotidiano, afrontar con tenacidad lo que se asoma y rendir homenaje a quien nos acompaña sin condiciones para ayudarnos a soportar el peso.
La actitud amorosa y fraterna, la cooperación sin disputas de poder, la voluntad para hacer afirmaciones, la escucha que reconoce y enaltece la presencia del otro, las acciones sustentadas en pensamientos y sentimientos solidarios, la transformación de las exigencias en preferencias, la abundancia al compartir experiencias, el entusiasmo por el aprendizaje, el uso de la palabra precisa y el gesto correcto, el ser capaces de ser espontáneos y auténticos: ¡todas estas son expresiones de cercanía!
Por eso, en este estado, es mandatorio resolver los conflictos y ser coherentes con el alma, escuchar sus instrucciones para ayudar sin ser mártires o víctimas y sin buscar aprobación, vivir apasionadamente y establecer un diálogo permanente con la mente superior para asumir cada paso con decisión y honestidad, interpretar los silencios desde el respeto y la comprensión, además de ser tolerantes pero sin permisividades disfrazadas de demagogia o sumisión.
Que la cercanía nos toque de verdad, que la soledad sea nuestra compañera sólo cuando así lo decidamos, que siempre permanezcamos en dirección de lo primordial, que podamos mirar de frente con la certeza de haber hecho lo que dictó la conciencia, que la armonía sea siempre la consecuencia de nuestras obras…
Alejandro Posada Beuth