MADRE
Imagen de Pavan Prasad en Pixabay
“Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano” Khalil Gibran
¿Cómo medir el amor de una madre? ¿Cómo dimensionar esas expresiones de ternura? ¿Cómo apreciar en toda su grandeza al ser que llevó su corazón hasta su vientre para que siempre nos acompañaran la ternura y el afecto? ¿Cómo valorar lo suficiente cada día de abnegación y entrega por nosotros y tantas noches de insomnio por estar a nuestro cuidado? ¿Cómo comprender a cabalidad que cada gesto, cada palabra, cada acción, fue diseñada con una dosis de cariño inigualable?
¿Cómo decirle a esa madre que nunca alcanzarán los calificativos para describirla y para manifestar el agradecimiento por cada sonrisa, pero también por cada lágrima derramada por nosotros? ¿Cómo entender que no hay forma de escribir en unos párrafos todo lo que habría por decir, con la intención de agradecer cada segundo vivido a su lado? ¿Cómo transmitir tantas y tantas cosas sin quedar en deuda?
Una madre, guerrera incomparable, luchadora sin pausas, consejera incondicional, cómplice y compinche, nunca podrá dejar de estar en nuestro corazón porque, ese que antes trasladó a su vientre para custodiarnos, ya ocupa gran parte del nuestro, para sentir en cada latido la promesa infinita de estar juntos por siempre.
Esas horas corridas tras nosotros, esa tolerancia que nunca termina, esas fuerzas que parecen inagotables, esas tormentas para las que siempre había una solución. Eso que nos enseñó a navegar con certeza en alta mar, ese grado de aceptación para seguir dando sin agotarse, esas decisiones oportunas que tantas veces nos alejaron de las turbulencias, esa paciencia para corregirnos protegiendo nuestra autoestima: todo esto hace parte de nuestros más valiosos inventarios.
Aquella que ya partió nunca se fue: su huella indeleble hace parte de nuestro equipaje y con él, todos los momentos de aprendizaje con lo significativo de un sinfín de instantes descifrados en su compañía. Jamás habrá algo que nos haga sentir tan seguros y confiados como el sentir su abrazo en las complejidades del día a día, o su voz de aliento cuando nos sentimos derrotados. Nunca ese sentimiento de cercanía será reemplazado. Por nada del mundo podremos encontrar algo que nos haga sentir tan protegidos como cuando nos encontrábamos con su mirada en momentos de angustia y en sus ojos apacibles se dibujaba el sosiego para descubrir el mejor de los refugios.
Por eso, como lo dijo el poeta, Madre es la palabra más bella que podamos expresar…
Alejandro Posada Beuth